Mi búsqueda no es algo fácil.
En mi paso por este mundo he conocido toda clase de
personas, de todas las condiciones sociales; pero a fin de cuentas sólo se ha
tratado de gente, y lo que yo busco es: ¡Una Mujer!
Pero una Mujer que no sea una muñequita de aparador, ni la
rosa candorosa e ingenua. Tampoco que sea la hermosura mercenaria, ni la madre
sumisa y abnegada o la esclava del hogar. Busco una Mujer que se atreva a ser
ella misma con todas sus potencialidades.
Una mujer que no tema ser fuerte, segura e independiente,
porque con ello no pierde su feminidad y, en cambio, toma el lugar que le
corresponde en la evolución de la pareja humana.
Una Mujer dispuesta a descubrir y a desarrollar todos sus
valores y potencial, porque los hombres no maduramos emocionalmente jamás si
tenemos compañeras, madres o hermanas que han dado poca importancia al
crecimiento como personas. La evolución
supone un crecimiento compartido.
Una Mujer que me descargue de todo el peso de un amor no
entregado, porque nunca antes alguien lo había recibido por completo.
Una Mujer que me ayude a verme como soy, no como creo que
soy. Que tenga tacto al decirme mis defectos en el momento en que soy más
receptivo, para que digiera la crítica constructiva y pueda así, florecer como
persona.
Una Mujer que sea tierna, sin que pierda firmeza; seria sin
llegar a ser solemne; deseosa de superar sin sentirse superior, dulce, sin ser melosa,
y con la frescura de una chamaca, sin caer en lo pueril.
Una Mujer que sea mi compañera en todo: desde tender la cama
juntos, hasta adentrarnos en una aventura intelectual, pasando por la
experiencia de trabajar hombre a hombre y recorrer un parque en bicicleta.
Una Mujer que no se alarme si alguna vez me ve llorar
(quiero recuperar esa capacidad de expresión reprimida por el machismo) y que me
aliente a “darme permiso” de ser débil y a pedir ayuda a pesar de ser el hombre
fuerte.
Una Mujer que descubra lo que le gusta en la vida, y que s
esfuerce por averiguar lo qeu quiere realmente de la misma, teniendo el valor
de pagar el precio de sus más grandes anhelos.
Una Mujer que no se deje utilizar y que nunca manipule a otro
ser humano, incluyendo a su pareja, pues no tiene objeto caer en una simbiosis
destructiva, cuando existe al alternativa luminosa de un enriquecimiento
recíproco.
Una Mujer que sepa
que el hombre está llamado a ser el más elevado de los seres vivientes; pero
que ella, como mujer, fue concebida como la más sublime de las creaciones del
universo.
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